Una abrillantadora Lozano para toda la vida

Una abrillantadora Lozano para toda la vida

El otro día vino un cliente de los de toda la vida. Traía en la furgoneta una abrillantadora Lozano para que se la reparáramos, era de color azul marino y amarillo, y charla que te charla con él  averigüe que se la había comprado a mi abuelo Manolo, allá por la década de los 80. Resultaba que la máquina rotativa tenía más años que yo y ahí seguía, trabajando. “Es más fácil que se te caiga la pared a que rompas la abrillantadora” decía. Una verdad como un templo. Sólo hubo de cambiarle los condensadores de arranque y el cliente se la llevó en el mismo día.

Y es que cuando las cosas se hacen bien y para que duren los clientes se quedan tranquilos y contentos.  Nuestras máquinas las fabricamos una a una, de manera artesanal, todo piezas fundidas de aluminio, sin plástico ni nada de eso, que tiene muy mal envejecer. Por eso no pasan de moda, por eso quien compra una abrillantadora Lozano no quiere otra.

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